Foto de Ángel Muñoz

domingo, 27 de enero de 2013

En el vertiginoso pestañeo de la vida



Un día estaba ahí, con veinte años, sosteniendo a mi hijo, el que nació antes de tiempo y me educó en la fragilidad desde el primer instante, en la fuerza también desde el principio, con esa voz de reto con la que fue creciendo.
Subiendo y bajando las persianas, poniéndonos al frente de alguna que otra cosa, caminando al remolque de otras, a veces con los ojos un poco entrecerrados o creyendo que es así como hay que mirar, cositas que se van aprendiendo, abandonos y pérdidas y despertares. Conducir por el campo sembrado y vernos sólo en el espejo que nunca dice tanto de nosotros..., qué limitada nuestra capacidad de contemplarnos.
Se envejece, se sabe, pero no cómo ni por dónde y tengo aún dos cicatrices muy pequeñas, una en cada rodilla, porque hace un rato largo jugaba al rey de la montaña y me lanzaba por los terraplenes. Y en el vertiginoso pestañeo de la vida, me va a llegar un nieto y lo pienso y me río y me emociona esto tan raro y tan hermoso de ser abuela, que es un título generoso y alegre, que por ahí me viene al pelo, pero que digo yo, cuándo ha pasado todo esto por mi lado? cuándo voy a saber que ya soy vieja?









sábado, 5 de enero de 2013

De cerca nadie es normal



Dice mi hija que tengo que centrarme, que a mi edad ya debería querer una vida estable, como una persona normal.

Yo también me lo digo, a veces. Sí, a veces pienso que las cosas serían más fáciles, que no tendría este temblor en las rodillas que me provoca la inestable superficie, y que ella también percibe. Sé que, de alguna manera, mi hija piensa que sería más feliz así, si tuviera una vida más normal.

Ella aún se está buscando... y yo también, y no me gustaría perder esa curiosidad, esa apetencia de probar, de intentar, de descubrir, de descubrirme.

Me encantaría que entendiera que mi inquietud no es desconcierto (aunque sí a ratos), que mis viajes no son huidas, que no estoy tratando de recuperar ningún tiempo perdido, que hay algo de elección en todo esto y algo de circunstancias, que trato de no traicionarme, que vivir escuece, que intento mantener el tipo aunque se mueva el suelo y todos los techos amenacen con caérsenos encima. Quiero que entienda que la quiero más allá de cualquier distancia, que hacemos equilibrio sobre la misma cuerda, que la vida es efímera pero da para mucho, si te atreves, y, sobre todo que, afortunadamente... De cerca nadie es normal.