Me reía de corazón entonces, digo, porque ya venía la risa de la mañana a cuento de que le pregunto a
Ciertamente; encuentro por fin la fecha y coincide con el año en que nació mi hijo. Primera risa asustaíta.
Le digo a Ana por el chat: “oye, mira, que estoy pensando que tú y yo deberíamos dejar de escribir cosas como Hoy me follaría a los Reyes Magos o mis orgasmos electrodomésticos y empezar a hacer poemas sobre el paso del tiempo, la cercanía de la muerte, lo ajado…”.
Ani responde brillantemente: “Eso o crear un grupo en Facebook que se llame Señoras que escriben como si fueran jóvenes. Tengo que cerrar el chat porque me muero de la risa y estoy en la oficina.
Empieza el dolor de tripa.
Llego al encuentro visceral, qué bien ver a Barrueco después de tanto tiempo y con las cosas que han pasado. Salem, Rox, Gsús, Iñaki, Deb, Ana, Esteban (los que más a menudo nos codeamos) Alberto, Francesco, Alfonso, Marta, Julio, Eduardo, Mario… (los que estaban por conocer) Sonia y Marcelo (a los que me faltaba darles el abrazo).
La sala de la FNAC llenita y calurosa. Ana y yo que empezamos a recaudar fondos para nuestro grupo de Facebook, la risa, la risa, la risa visceral.
El relato de Ana para Viscerales se llama Porque okupe en Londres, se le ocurre otro grupo Señoras que pagan hipotecas y hablan de cuando okuparon en Londres. Más risa. El editor que dice que hay autores más jóvenes y menos jóvenes, más vivos y menos vivos. Más risa, calor, emoción, risa.
Escucho los pulmones, los hígados, los páncreas… de mis acompañantes de viaje, escucho sus corazones en un latido breve, un tapeo de los que abren el apetito.
Escucho a Marcelo Lujan que pronuncia follar y polla seseando la elle en argentino; y Ana y yo pensamos en abrir otro grupo en Facebook pero esta vez no nos atrevemos ni a ponerle nombre.
Escucho a Mario Crespo leyendo "por David González" y vemos todos a David sin su melena y sus anillos y nos encanta que se haya acercado un momentito con su espíritu visceral.
Luego, unas cañas en las terrazas parisinas que han brotado en Madrid y más risa y más convencerme de que echarle corazón a las cosas es la manera, la única manera. Gracias por invitarme a esta aventura palpitante.
Cariñito os tengo porque sois “entrañables”.
Fotos: las dos son de Deborah, y en ésta el público aplaude su lectura. Por cierto que su cuento de Viscerales rebosa desamor y ternura y provoca ganas de achucharla.