Foto de Ángel Muñoz

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Atardece



atardece
empequeñecemos
se amplían las sombras
componen
este grave espectáculo
de luz que tilda los reflejos
que delimita el contorno delgadísimo y tenue
la singularidad
apenas perceptible


miércoles, 23 de noviembre de 2011

Voces del extremo: poesía y dignidad. Vida en Logroño.


Este será mi primer "Voces" en Logroño. Begoña Abad pronunció mi nombre en una playa, me produjo tanta sorpresa como que me invitara al encuentro, y tanta alegría, porque el extremo ha tirado de mí a lo largo de estos años con una fuerza desmedida. Me llevó de Moguer a Béjar y ahora a Logroño, un lugar mítico para mi particular historia, un punto de inflexión. Ahora regreso de un modo diferente, ya no soy la que era y algo voy a contar de esa otra, novedades poéticas que saldrán a la luz divina.

Poesía y dignidad, hoy en día.
Poesia.
Y dignidad.
Hoy.

Del 1 al 4 de diciembre, en el Ateneo Riojano, con:
Abderrahman el Fathi Aitor Cuervo Alba García Alderete Albert Lladó Alberto Gil-Albert Alicia Eguizábal
Ana Alcaraz Ana Pérez Cañamares Ángel Fernández Antonio Crespo Massieu Antonio de Benito Antonio Martínez i Ferrer Antonio Orihuela Asier Biota Begoña Paz Bosko Iniesta Carmen Llorens César Saldaña
Clara Santafé Conrado Santamaría Daniel Sancet David Benedicte David Bobis David Ezquerro Eduardo Pérez Ruiz Eladio Orta Elvira Lozano Enrique Villagrasa Fermín Herrero Francisco Marín Yécora Inma Luna Iosu Moracho Isabel Bono J. Miguel Alonso Chávarri Jesús Vicente Aguirre Juan Pardo Vidal Lourdes Cacho Lucas Rodríguez Luis Mada Alderete Manuel Gómez Mario Martínez Matías Escalera Miguel Correas Miguel Marzo Nati de la Puerta Nerea Ferrez Nicolás Asensio Paco Domene Rut Sanz Montaña Teresa Sáenz Gil de Gómez Uberto Stabile

Algunos de mis más queridos, algunas de mis más queridas, de mis más admiradas, de mis más admirados, de mis ganitas de conocer, de mis ganitas de abrazar, de mis ganas de sentir. Cosas hermosas de la poesía, de la gente, de la vida.
En Logroño. Otra vez, en Logroño. ¿Te acuerdas? Claro.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Al rescate de lo salvaje

Hace tiempo que me preocupa el daño que está causando esta fiebre -ya demasiado prolongada- de lo políticamente correcto en el arte y la creación. Cómo esta pesada losa de autocensura va edulcorando las pasiones y la manera de contar las historias. De qué manera quienes escriben, pintan, esculpen, ruedan o bailan se sienten abrumados por la ingente cantidad de sensibilidades susceptibles de sentirse atacadas, heridas, lastimadas o aludidas por cada brochazo de la imaginación artística.
Anoche, después de degustar con entusiasmo el Dios salvaje de Polanski (y Reza) me detenía también en las cortezas con las que estos mismos complejos de corrección nos van enfundando hasta hacer desaparecer casi por completo nuestras trazas humanas.
Es tal el grado de hipocresía con el que habitualmente nos conducimos que se impone de manera sutil e invasiva en nuestras relaciones más íntimas, en nuestro trabajo o incluso en la educación de nuestros hijos a los que transmitimos unos valores tan artificiosos y falsos que no hay manera de construir sobre ellos sin que se nos derrumben por el camino.
Pero ya resulta difícil escarbar dentro de nuestra contaminada moral (o moralinas) para saber con cierta honestidad qué es lo creemos y cuál es, si existe, nuestra propia visión del mundo, del bien y del mal, de lo justificable y de lo que no lo es, de lo que verdaderamente nos inspira la gente, las cosas, el mundo. En la mayoría de los casos, mostramos una imagen que dista tanto de la real que hace que nosotros mismos nos perdamos en este maremágnum de embuste y aderezo sin saber muy bien qué narices estamos haciendo en este lugar y este momento.
Tal vez el alcohol o los nervios nos hagan a veces salir de la comedia y vomitar lo que se nos había quedado en el estómago, hacer añicos los tulipanes y reírnos a carcajadas de nuestra propia infelicidad.
Hace falta valor para mirarse sin tapujos en el espejo y ver lo que somos de verdad, recordar, si podemos, qué es lo que sentimos, qué es lo que queremos.
Si alguna vez lo conseguimos sería precioso que fuésemos capaces de contárselo a nuestros hijos, escribir un buen libro o hacer una película como ésta, salvaje, para recuperarnos.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Una cierta vergüenza

Nunca termino de saber si la vida es tan simple o tan complicada como parece tornarse por momentos.
A ratos todo parece despejado y entonces un pie se pone sin dificultad delante del otro, una mano sabe dónde es preciso acariciar, una palabra encuentra el espacio adecuado, el significado puro... como si de verdad nos fuésemos encaminando a una estación feliz.
Cuando esto sucede doy vueltas sobre mí misma, desconcertada y encantada.
Luego, no es que me escueza el sueño, no es que le tenga miedo a una tarde de feria, a mi rabiosa predisposición..., pero, como una niña resabiada, sé que por ahí cerca se continúan tejiendo madejas de inmoralidad que siempre achuchan la conciencia y nos dejan helada la boca que era risa el minuto anterior.
Da una cierta vergüenza, como un peso.

martes, 15 de noviembre de 2011

Ella también está

Ella quizá lo sabe, la que está adentro, sin tallar, sin moldear.
Deja las ranuras abiertas,
las de sentir.
Se desgarra y se despierta desgarrada cada vez.
Sabe, es la que sabe,
de dolor,
de ojos incendiados.
Yo soy la que se ocupa de aplacar,
de llenar los vacíos
a costa de tejidos algodonosos
que cocino sin fuerza
pero con toda la constancia.
Yo endulzo
-curita sana-
para poder mirarme en el espejo
para poder.
Y la risa,
la que se ocupa de la risa soy yo.
Ella me exige
reclama su parte
la parte de la entraña.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Si tú quieres



Hoy domingo, esta tarde fresca de luna creciente, haremos poesía a Des-Tajo, los versos correrán a echarse al  río, a buscar el Dorado. Será en Toledo, será con Rebeca Álvarez, será en The Explorer's Club, plaza Horno de la Magdalena 1, será contigo, si tú quieres.


Palabras como acto inevitable
En el gesto diario del beber de las plantas
está cada palabra que escribo para ti,
para ti y para todos.
La punta de la lengua que se quema
mientras hago el café,
cuando me pillo un dedo con la puerta
y la uña morada golpea el azulejo
con la rabia del que se sabe indefinidamente postergado.
Más tarde ya no pasará el tiempo;
cuando nos levantemos por la noche
con sensación de miedo detrás de las orejas,
mintiendo que dormimos,
pensando en nuestras cosas de mayores.
Pero ahora se me llenan las líneas de palabras
que precisan un mínimo trazado,
una iluminación remota
para ser lo que son:
razones saturadas
que se vierten por los cuatro rincones.
Apenas soy capaz de saludarles,
con este olor a grava que siempre nos recorre,
con las ganas ilógicas de quedarnos sentados
enfrente de las penas de los otros
sin saberles llegar,
sin saber qué decir a sus vacíos
que son exactos a los nuestros,
las mismas muertes y los mismos desastres
pero pintados con otra gama de colores.
Todo es como un choque,
la vergüenza de los que nos creemos
que somos dueños de nuestros albedríos.
Demoramos las restas
para que no se queden las manos tan inútiles
delante de los hijos
que sabrán -al final- que no sabemos
cómo ha pasado esto
con lo hermosa que estaba la parcela
cuando nos trasladamos a vivir.

(De El círculo de Newton, Ed. Baile del Sol 2007)

viernes, 4 de noviembre de 2011

Las preguntas del viento






Las cruces erguidas, unas con más orgullo, abanderadas y testimoniales. Sobre ellas sopla un viento desconcertado, el mismo que hace ondear el trapo barrado en la cumbre del mástil. Paseamos, humanos, entre las tumbas, entre sus cinceladas fechas y sus nombres, ein deutscher soldat Kurt Hilbrich, o entre el silencio lapidario de un cuerpo que sólo fue un cuerpo, un cuerpo joven de alguien, un cuerpo destrozado, desconocido, solo, un cuerpo, solo, here rests in honored glory a comrade un arms known but to god. Las nubes pesan sobre los cementerios, que rebosan batalla, las nubes caen en niebla persiguiendo respuesta. Los humanos, de vida tan efímera, se dañan tanto. Cuál es el fin último de la lucha? Abonar cementerios a base de carne joven, ofrenda pátrida? En un recorrido tan breve, no sería más digno tumbarnos sobre el césped y alimentar la tierra con lluvia fértil, con un aliento desarmado? Entonces, por qué? Por qué entonces, por qué siempre, también ahora? Cuándo se aprende esta escueta lección?