Foto de Ángel Muñoz

martes, 15 de septiembre de 2009

La osadía rehabilitada

Me desmiento en el sentido más básico y primario. Me desquito a medida que mi cuerpo se acerca a una estación de ires y venires. Hay tantos ojos entonces que cruzan como vértigos y se disipan sin tiempo para sorber su esencia.

Camino al compás de alguna música, impropia, adoptada como banda sonora para mover el culo. Repaso lo que escribo con doble trazo para que no me olvide de la lección desaprendida. Así se vive al borde de una ventana abierta a cualquier lado, alejada de todas las especialidades, sin papeles ni firmas que me avalen. Me limito o me arriesgo saltando entre vagones, intentado que no se cuele el pie entre las bisagras y me muerda algún dolor hambriento. Carne sin un cañón que dé protagonismo a mis noches de insomnio. Observo cómo brotan pompas de sangre y de jabón de lo invisible y ni siquiera escuecen, o no tanto. Me excita conspirar así con la impalabra.

3 comentarios:

NoSurrender dijo...

Tienes razón, no es bueno olvidar lo desaprendido. Otros, en cambio, aprenden para olvidar ¡pragmáticos aprensivos! :)

besos

Brisuón Çafrén dijo...

Me ha adelantado el otoño con su escrito.

libertad dijo...

uhmmm...me sumerjo en tus letras, y en la danza de las aves...Un beso
P.D. No es bueno olvidarlo, pero hay que pararse para que no sea así. Es difícil lo que te propones -pero no esperaba menos de ti-.
Más besos