Foto de Ángel Muñoz

domingo, 16 de diciembre de 2007

El desierto de Sonora y otras pendejadas literarias


Desde Ciudad de México volamos hasta Ciudad Obregón, en el desierto de Sonora, al norte del país. El paisaje viró al sepia, las avenidas amplias, las construcciones horizontales, los cochazos inmensos y brillantes, los sombreros tejanos y el fondo musical de las bandas de narcocorridos nos trasladaron al borde mismo de Norteamérica.



Participábamos en un encuentro de escritores bautizado con el enigmático lema: “Bajo el asedio de los signos”, en el que pudimos escuchar algunos fenómenos literarios que levantaban la piel a tiras, que cada cual lo interprete como quiera porque yo iba invitada y no pienso ponerle peros. Además, tengo que decir que la gente fue de lo más cálida y afectuosa. Yo leí en una “mesa de mujeres”, curiosa situación. Me preguntaba mientras escuchaba sus cuentos y poemas si debajo de aquella retórica tendríamos algo en común. También eché en falta alguna referencia, encontrándonos en aquel estado, a las miles de mujeres desaparecidas y asesinadas en el desierto. Nadie hablaba de eso. Como si no existiera.



En Ciudad Obregón me encontré con Dante Medina, a quien había conocido en Tenerife. Dante es una de esas personas con las que podría estar
peleando permanentemente, me crispa su machismo y su insolencia, sin embargo, me chifla. Es listo y podemos entendernos cuchillo va, cuchillo viene. A este jalisciense, con su habla de mexicano afrancesado se le ve el plumero. Supo dejarlo todo cuando su vida estaba en lo más alto porque no se reconocía en el espejo. Perdió más de lo que hubiera deseado pero encontró las palabras precisas para escribir su biblia. Admiro a los que un día echan el freno y tiene la osadía de mirarse desnudos y tirar por la calle de en medio. Dante ha publicado más de treinta libros, fue amigo de Juan Rulfo y García Márquez es padrino de uno de sus hijos. Dante nos enseñó los pueblos de los indios yaquis, de camino al pacífico, nos invitó a probar su mejor queso y las carnitas en salsa que salen en el guines. Su mano se remata con un vasito de tequila, es generoso, tiene una musa fea y dibuja al carbón una flor y una abeja para su Amy. Dante queguido, tenías gazón, nos encontgamos para hacegnos amigos del alma, magdita sea, dejémonos de pendejadas!



Dibujo para Amy del erotismo de la flor y la abeja

La abeja
Besó
Largamente
Con toda su lengua
A la flor

Y la flor
Embelesada
Segregó un aroma
Aéreo
Y
Líquido
-Esencia de perfume-

Se miraron
La abeja y la flor:
Acababan de hacer el amor
Por primera vez.

Dante Medina, Dibujos al carbón de la flor y la abeja para Amy (Aullido Libros, Punta Umbría, 2007, una colección dirigida por Uberto Stabile)



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